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Ser periodista

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Olga Thaureaux Puertas
En el mes de septiembre de este año cumplo 28 años de graduada de licenciada en Periodismo en la Universidad de Oriente, de Santiago de Cuba.

¡Cuantos años y cuantas anécdotas! Imposible olvidar el comienzo: Aquel 1 de septiembre, Manuel Mazaira, administrador del periódico Sierra Maestra, mi primer y único centro de trabajo, tomó los datos de rigor y dijo: “El resto lo pone usted a partir de este momento”.

Guevara, el director, hoy jubilado pero activo colaborador, se encargó de las otras formalidades, no menos importantes.

Gaínza, todavía colega en activo, era el jefe de información, de él aprendí el ritmo y el rigor de un periódico diario, y a tener siempre una información de Primera bajo la manga, pues novata al fin, prensaba que entregando un reportaje u otro género en un dúa ya era suficiente. Pero este siempre decía: “¿Qué tienes para Primera?

También están en los recuerdos Mario Romaguera, maestro de periodistas de varias generaciones, quien me tomó de la mano y en su corazón como un padre, y entre sus consejos y reclamos certeros compartió esas cosas que no se aprenden en la academia. Muy cerquita de él, aunque de otra generación de profesionales estaba Pedro Sánchez Vaquero, excelente profesional, especialista en el género comentario; como también lo fue Carlos Negret, quien compartió las herramientas de las técnicas periodísticas útiles por siempre.

Qué decir de Soto de León, compañero del cubículo de redacción, junto a Negret, con consejos y enseñanzas no solo de la profesión, sino de la vida y de la crianza de los hijos, que en su caso ya eran adolescentes.

Después vino otra etapa, muy difícil, como toda mujer periodista, la de ser madre y combinar estas dos cosas. Los horarios irregulares, las reuniones a veces excesivas, los cierres de madrugada…, en fin pero también para ser justa debo decir que siempre conté con la compresión del director Arnaldo Clavel. Pero aun así, hay cosas para recordar.

Difícil olvidar cuando mi pequeño hijo, solía preguntar si hoy su mamá estaba de cierre cuando era tarde y no la veía en sus actividades cotidianas, ya eso indicaba que casi seguro no nos veíamos hasta el otro día, pues cuando llegaba no debía interrumpir su sueño.

El tiempo ha ido pasando, son otros los obstáculos y las metas. También quedan insatisfacciones, pues a veces nos topamos con incomprensiones o posiciones inexplicables que frenan nuestro pleno ejercicio. Pero también le debo al periodismo, haber dejado la timidez a un lado y defender con pasión lo que creo justo y necesario. Así se hace camino al andar.

Así, me siento satisfecha de mi profesión y de pertenecer a ese colectivo que se llama Sierra Maestra.


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