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Sismos: El respeto a la madre naturaleza

Olga Thaureaux Puertas

Mi abuelo paterno siempre decía que a la naturaleza se le respetaba. Yo nací en esta tierra que se llama Santiago de Cuba, y de la cual vivo orgullosa, siempre lo digo. Pero también debo confesarles que nunca había experimentado días de tanta angustia, incertidumbre y hasta miedo.

La razón? Pues desde el pasado 17 de enero los habitantes de esta tierra despertamos con una situación que los especialistas del Centro Nacional de Sismología, radicado aquí, denominan anómala, por la cantidad de movimientos telúricos registrados por los equipos, más de mil hasta el momento, y unos 40 perceptibles por la población hasta la fecha.

Nosotros estamos acostumbrados a que tiemble la tierra y además, estamos instruidos por la Defensa Civil de todo cuanto hay que hacer, antes, durante y después, pero hay razones mayores que nos hacen reaccionar impredeciblemente.

Y esta situación anómala, para describirla mejor, esta lluvia de movimientos de tierra que te sorprenden a cualquier hora y en cualquier lugar, desequilibran al más ecuánime.

Mirando el lado bueno de todo esto, quiero compartir una vez más, un valor del santiaguero, la solidaridad. Yo vivo en un cuarto piso de un edificio construido hace menos de 20 años, al decir de los especialistas, fuerte y resistente; sin embargo lo recomendable es refugiarse en espacios abiertos.

Así lo hemos hecho. Pero ante esta anormalidad de no saber cuándo se repite, mi vecina Mabel, del primer piso, ofreció su espacio para mi madre, de 86 años, y que recientemente sufrió una caída y se recupera de una fractura, para evitar los reiterados movimientos en la escalera a su edad.

Allí estuvimos por espacio de seis días, con una semi-mudanza, lo más elemental ante esos casos. Allí hacíamos las tertulias sobre el tema recurrente, algo de la novela, del barrio…, y hasta que una y otra broma con ese carisma espacial que tiene el cubano para sobreponerse a los malos momentos.

Aún no se ha pasado a la normalidad, seguimos alertas, pero ante el paso de varios días de aparente calma, al menos sin la ocurrencia de sismos perceptibles, ya regresamos a casa tratando que estos días sean solo unos malos recuerdos, un gran ensayo de qué se hace en estos casos y agradeciendo siempre a los vecinos, a las amistades, a la familia, por tanto apoyo y solidaridad.

Al Centro Nacional de Sismología, aunque es su objeto social, el agradecimiento eterno por la información veraz, rápida, clara y oportuna, hecha realidad por los colegas de la prensa. A las máximas autoridades del Partido y el Gobierno, Lázaro y Reinaldo, por su apoyo incondicional en las comparecencias televisivas, en las áreas y plazas de la ciudad donde la población se concentró de manera espontánea. Eso fue un bálsamo.

A la naturaleza, por supuesto, que como decía mi abuelo, la sigo respetando, pues aún con el desarrollo que existe en esta materia, los sismos no pueden predecirse.

 


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